Un millonario promueve una fiesta en una de sus mansiones y, en determinado momento pide que la música pare y dice, mirando para la piscina donde cría cocodrilos australianos.
- Quien se tire a la piscina, consiga atravesarla y salga vivo del otro lado ganará mis autos, mis aviones y mis mansiones.
En ese momento, alguien salta a la piscina…
- Quien se tire a la piscina, consiga atravesarla y salga vivo del otro lado ganará mis autos, mis aviones y mis mansiones.
En ese momento, alguien salta a la piscina…
La escena es impresionante. Lucha intensa, el intrépido se defiende como puede, sostiene la boca de los cocodrilos con pies y manos, tuerce la cola de los reptiles. Mucha violencia y emoción. Parecía una película de Cocodrilo Dundee!
Después de algunos minutos de terror y pánico, sale el valiente hombre, lleno de arañazos, hematomas y casi desnudo.
El millonario se aproxima, le felicita y le pregunta:
- ¿Dónde quiere que le entregue los autos y los aviones?
- Gracias, pero no quiero sus autos ni sus aviones.
- ¿Y las mansiones?
- Tengo una hermosa casa, no preciso de las suyas. Puede quedarse con ellas. No quiero nada que sea suyo.
Impresionado, el millonario pregunta:
- Pero si UD. no quiere nada de lo que ofrecí, entonces ¿Qué quiere?
Y el hombre responde irritado:
- ¡Encontrar al hijo de puta que me empujo a la piscina!
(Gracias Agustín por la historia)
La semana pasada durante un curso de coaching tuve "la suerte" de tener una sesión con una de las líderes. No me extenderé mucho pero acabé bailando cual bailarina de streptease delante de todos mis compañeros. Si estás pensando que tu no serías capaz de hacerlo, te equivocas. Eso mismo pensaba yo... Si alguien me hubiese dicho cuando salí que haría algo parecido le habría mirado con desdén. Pero lo hice. Y te puedo asegurar que cuando me olvidé de mis múltiples gremlins y pude disfrutar de la experiencia, la energía y la sensación de poder que tenía después bien merecían el desafío.
Todos somos mucho más capaces de lo que pensamos. Piensa en algún momento en el que pensases que algo era muy difícil para ti y que luego fueses capaz de hacerlo. ¿Cómo te sentiste al hacerlo?
Cada vez que enfrentamos un miedo, salimos reforzados. Cada vez que hacemos algo que nos cuesta hacer, crecemos un poquito más.
En ocasiones necesitamos que alguien nos dé un empujón.
Los coaches somos expertos en eso. Desafiamos a nuestros clientes fuera de su zona de confort porque confiamos en ellos y sabemos que son mucho más capaces de lo que ellos se creen.
Así que es cierto, a veces somos los "hijos de puta" (con perdón) que te empujamos a los cocodrilos, pero siempre por tu propio bien. :-))
Dame tu mano, ¿Estás preparado para saltar?
El millonario se aproxima, le felicita y le pregunta:
- ¿Dónde quiere que le entregue los autos y los aviones?
- Gracias, pero no quiero sus autos ni sus aviones.
- ¿Y las mansiones?
- Tengo una hermosa casa, no preciso de las suyas.
Impresionado, el millonario pregunta:
- Pero si UD. no quiere nada de lo que ofrecí, entonces ¿Qué quiere?
Y el hombre responde irritado:
- ¡Encontrar al hijo de puta que me empujo a la piscina!
(Gracias Agustín por la historia)
La semana pasada durante un curso de coaching tuve "la suerte" de tener una sesión con una de las líderes. No me extenderé mucho pero acabé bailando cual bailarina de streptease delante de todos mis compañeros. Si estás pensando que tu no serías capaz de hacerlo, te equivocas. Eso mismo pensaba yo... Si alguien me hubiese dicho cuando salí que haría algo parecido le habría mirado con desdén. Pero lo hice. Y te puedo asegurar que cuando me olvidé de mis múltiples gremlins y pude disfrutar de la experiencia, la energía y la sensación de poder que tenía después bien merecían el desafío.
Todos somos mucho más capaces de lo que pensamos. Piensa en algún momento en el que pensases que algo era muy difícil para ti y que luego fueses capaz de hacerlo. ¿Cómo te sentiste al hacerlo?
Cada vez que enfrentamos un miedo, salimos reforzados. Cada vez que hacemos algo que nos cuesta hacer, crecemos un poquito más.
En ocasiones necesitamos que alguien nos dé un empujón.
Los coaches somos expertos en eso. Desafiamos a nuestros clientes fuera de su zona de confort porque confiamos en ellos y sabemos que son mucho más capaces de lo que ellos se creen.
Así que es cierto, a veces somos los "hijos de puta" (con perdón) que te empujamos a los cocodrilos, pero siempre por tu propio bien. :-))
Dame tu mano, ¿Estás preparado para saltar?
2 comentarios:
Si hay que empujar a un cliente a la piscina se le empuja, pero creo que solo hay que ponerlo al borde y que el mismo vea que tiene que dar el salto por si mismo.
un saludo
Gracias Eduardo, por supuesto que la decisión última de saltar la tiene que tomar el cliente. Tendríamos que definir a que nos referimos con empujar a la piscina. :-)
Un abrazo,
Iciar
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