viernes, 19 de febrero de 2010

El cántaro roto


Se cuenta que, en un rincón de Marruecos, al pie del altivo Rif, en una pequeña aldea, había un aguador que se pasaba el día acarreando agua, desde un pequeño manantial situado en las afueras, hasta las casas de sus diversos clientes.

Lo hacia utilizando dos viejos cántaros que habían sido propiedad de su tío Ahmed y que él había heredado junto con algunos enseres de labranza. Colocaba los cántaros en un soporte de madera que, llevado sobre sus hombros, le permitía transportar aquellos recipientes colgando cada uno a un lado de su cuerpo.

Pero uno de los cántaros se había rajado, por lo que el agua con la que su dueño lo llenaba se iba vertiendo, de forma que, cuando el aguador llegaba a su destino, apenas quedaba en él la mitad del preciado líquido.

El cántaro sin fisuras estaba muy contento de sí mismo. Él cumplía bien su cometido y compensaba plenamente a su dueño. El otro, el rajado, estaba cada día más avergonzado y deprimido, porque sólo podía llevar a buen fin la mitad de lo que de él se esperaba.

Al cabo de dos años de haber sufrido en silencio su impotencia, un día en que su dueño le estaba llenando, el cántaro averiado se dirigió a él y le dijo:

"Me siento culpable por hacerte perder tiempo y esfuerzo. Te ruego que me perdones, porque creo que soy incapaz de servirte como debiera".

"¿Qué es lo que lamentas?", le preguntó el aguador. "¿De qué te avergüenzas?".

"Sólo soy capaz de transportar la mitad de lo que tu necesitas. Tengo una pequeña raja por la que escapa de mí la mitad del agua con la que me llenas".

El aguador, conmovido, sintió compasión por el viejo cántaro y le respondió de este modo :

"Cada vez que regresamos a la aldea, te coloco del lado del sendero que cada primavera se cubre de flores espléndidas. Fíjate y verás que es tu lado, y no el otro, el más fértil y hermoso.

Yo siembro semillas en esa parte porque cuento contigo. El agua que escapa de ti no se pierde inútilmente. Aunque tu no te hayas dado cuenta, alimenta la tierra y la hace fructificar. De ahí recojo, cada temporada, las flores que luego adornan las casas de mis clientes. Algunos de ellos me suelen decir que son las más bonitas de nuestra región. Eso es así gracias a ti."

2 comentarios:

Unknown dijo...

puede ser Caín Y Abel, Abel y Caín...

sin culpa, se puede estar en armonía y tener buena comunicación con la fuente de creación, por que nuestro objetivo es tan importante como el del otro, y caminando en la cima del mundo podemos ser quienes realmente somos..?

:)

Imma dijo...

Me encanta esta historia. Hace algunos años la leí en una revista y decidí hacer un cuento ilustrado para mi sobrina de cinco años con ella. Pensé que su mensaje sería más comprensible para ella a través de los dibujos, como un tesoro que guardaría en su corazón para el futuro. Ahora mi sobrina tiene 10 años y en ocasiones creo que cada vez acepta con mejor disposición las "grietas" que va encontrando en sí misma, valorando lo "perfecto de la imperfección". O al menos, su tía quiere creerlo así...