lunes, 21 de marzo de 2011

El Síndrome del Avestruz

Uno de los primeros pasos en todo proceso de coaching es identificar el punto de partida del cliente. Donde se encuentra en este momento en su vida a través de un análisis de las diferentes áreas de su vida. Y parece sencillo pero no lo es tanto. A menudo no somos sinceros con nosotros mismos sobre la situación en que nos encontramos. Escondemos la cabeza como el avestruz y decimos por ejemplo que estamos "rellenitos" cuando en realidad tenemos 15 kg de sobrepeso. Y eso no sería importante si no fuese porque lo que queremos cambiar es precisamente el tema del peso.

Justificamos relaciones muertas o somos infieles por miedo a afrontar la situación de que ya no somos felices con nuestra pareja.

Despotricamos sobre nuestro trabajo pero luego decimos que no estamos tan mal. Que somos afortunados por tener trabajo con la que está cayendo. Y es verdad, somos afortunados. Pero, ¿realmente nos sentimos así?

Evitamos hacer frente a la "realidad" por miedo. Resulta más fácil enterrar la cabeza en la arena que afrontar nuestras responsabilidades sobre nuestra vida.

"¡Oh! ¿Odias tu trabajo? ¿Y por qué no lo dijiste antes? Hay un grupo de ayuda para eso. Se llama "todos" y podemos encontrarlo en el bar." Drew Carey

Y hablo desde mi experiencia personal. Hace años yo me engañaba sobre mi situación profesional. No estaba contenta con mi trabajo e intentaba, por todos los medios y de forma insistente, que mis compañeros y jefes vieran las cosas desde mi punto de vista. ¿Cómo no podían darse cuenta de que lo que estábamos haciendo no nos llevaba a ningún sitio? Decía cosas como: "Estáis equivocados. Esto no es lo importante."

Pensaba que todos iban ciegos porque no veían lo que yo veía con tanta claridad. Y te puedo asegurar que dediqué muchos años y mucha energía en este juego inútil.

Sólo cuando me di cuenta de que el problema no lo tenían ellos, ni mi trabajo, que era yo la que iba por la autopista en dirección contraria pude recuperar mi poder y empezar a resolver esa situación. No fue fácil porque eso me hacia a mi responsable de la situación. Si no me gustaba mi trabajo, si no estaba de acuerdo con mis valores, ¿qué me impedía buscar otro?

Eso me asustó porque ya no podía seguir culpando a otro (trabajo, compañeros, jefes, etc.). Ya no tenía excusa para no actuar. Y eso asusta. Claro que asusta. Pero al mismo tiempo para mi fue muy liberador. Como quitar una venda de los ojos y empezar a ver por primera vez.

No puedes cambiar una situación si te engañas sobre ella. Si la justificas. Si pones la responsabilidad en el otro. Si te pones fuera del problema y no como parte del él. Si no te dices la verdad sobre cual es tu situación actual. Si utilizas eufemismos para explicarlo.

Sólo puedes esperar caminar en la dirección de lo que quieres si eres sincero contigo mismo sobre dónde te encuentras en este momento y empiezas a actuar para cambiar las cosas.

© Iciar Piera Iglesias






2 comentarios:

Isabel dijo...

Que verdad más grande describes en este post.

Mantener el cuello alto y no esconderlo bajo la tierra como las avestruces es complicado pero sobre todo porque no nos han enseñado los beneficios de mantenerlo alto.

Cuando uno sabe que todo tiene solución, que hay opciones, que hay mucha gente en el mundo, que los talentos de las personas son lo que las hacen ricas, que todos necesitamos ayuda y que siempre hay gente dispuesta a ayudar... Cuando uno graba eso en su ser se produce una transformación mágica!!!!

Ánimo a todos.

Iciar Piera Iglesias dijo...

Hola Isabel, me ha encantado tu metáfora de estarirar el cuello para ver y mantener una perspectiva más elevada. Tú eres un ejemplo de ello.

Un abrazo, Iciar