lunes, 23 de abril de 2012

Dentro de ti habita un Mundo...



"Nunca se me había ocurrido que sentirse vacío sería en realidad el camino para alcanzar algo más profundo y más rico en mi interior" Tony Schwartz

Dentro de ti habita un Mundo, por debajo de las ilusiones que has creado y a las que llamas tu casa.

No es un mundo de formas. Allí no hay cuerpos que representen papeles. No hay bebés, no existen madres ni hijos, tampoco existen profesores o alumnos, no hay políticos ni banqueros, tampoco trapecistas o artistas. En ese mundo no eres lo que haces, ni lo que tienes. Simplemente eres, sin adjetivos ni aditivos. Pura inocencia.

Dentro de ti habita un Mundo, y tú eres ese Mundo. Tú lo eres TODO, sin limitación. Las palabras, los sonidos y las imágenes no tienen cabida.

Entonces, ¿Qué hay?

Nada, el vacío.

Eso da miedo. Estamos acostumbrados a llenar huecos, con palabras, con sonidos o imágenes. Nos entretenemos para no tener que hacer frente a ese vacío, entonces hacemos cosas, o acumulamos cosas. Tratamos de llenarlo, desde fuera.

Le ponemos una tapa y lo encerramos en lo más recóndito de nosotros. Lo ocultamos, lo negamos o pintamos de mil colores para hacerlo un poco menos fiero.

Y en ocasiones las distracciones de nuestro mundo de formas hacen que nos olvidemos de esa vasija que mantenemos cerrada.

Pero, de repente, algo la agita. La tapa se mueve con riesgo de destapar al "monstruo" del que hemos estado huyendo durante tanto tiempo. Nos cuesta mantener la tapa en su lugar, algo bulle dentro precipitando un desenlace que no querríamos que pasase.

Luchamos contra ella, nos revolvemos, no queremos hacer frente a ese "monstruo" que todavía no hemos desenmascarado.

En el fondo hay miedo, miedo a lo desconocido, al silencio, a su quietud. ¿Qué quiere de nosotros?

Al igual que niños asustados no nos atrevemos a mirar debajo de nuestra cama, debajo de la superficie que hemos creado y consideramos nuestra vida.

Mejor dejarlo ahí y seguir soñando con que algún día desaparezca. Que algo externo acalle su hambre y lo sacie. Entonces podremos descansar en paz, tranquilos y felices al fin.

Pero ese momento se demora y todo lo que hemos probado no ha surtido efecto, no de manera permanente. Al final la tapa siempre vuelve a moverse, otras veces simplemente salta por los aires.

¿Has intentado alguna vez mantener una pelota grande de playa bajo el agua durante un tiempo? Cuesta y cuando menos te lo esperas te salta en la cara. ¡Aquí estoy!, dice. Y vuelta a empezar...

¿Hasta cuando?

- El vacío se llena desde dentro y no desde fuera, escucho. ¿Será verdad?

Son ya muchas las veces que he intentado llenarlo desde fuera y parece que no funciona. Pero quizás el próximo libro, la próxima relación, el próximo contrato, trabajo o curso hagan que se sacie. 

¡Ya no me lo creo! Hay algo que me dice que ese camino ya lo he andado y su lema es "Busca y no Halles". Es una vía muerta. 

¡Estoy cansada de creerme que se adonde voy o lo que necesito! 

¿Hay alguien ahí? ¡HELP!

Si hay que llenarlo desde adentro, ¿por donde empiezo?

- Vamos a tener que mirarlo, dice la Voz.

¡Uff! ¡Qué pereza!, pienso.

- Pero no te preocupes porque yo seré tu guía, te daré la mano y juntos avanzaremos hacia el vacío, escucho.

¿Quien eres?

- Soy TÚ.

..... (¡Me estaré volviendo loca! ¿A estas alturas oyendo voces en mi cabeza?)

Puede que me esté volviendo loca pero quiero confiar. Ha llegado el momento de mirar al vacío. Lo se. No puedo explicarte porque lo se, pero lo se.

- No será fácil, dice la Voz pero yo estaré allí contigo. ¡Juntos miraremos eso que tanto evitas!

Y tampoco puedo esgrimir razones para creerle, pero le creo. O a lo mejor simplemente quiero creerle...

El abismo se abre frente a mí, es inmenso y me asusta.

Ahora intuyo lo que debió sentir Indiana Jones en "la Última Cruzada". ¡Quizás al igual que él sólo necesite un SALTO DE FE! Confío....

¡Ahora si que me he vuelto loca! Indiana Jones no existe, Iciar. Es un personaje de película. ¡No es real! Y vas tú y lo tomas como modelo. ¡Loca de remate, lo que yo te decía!

- El tú que está escribiendo esto tampoco lo es, real digo, escucho susurrar.

Esto cada vez se pone más interesante. Vale listillo, si yo no soy real, ¿quien soy?

- En el vacío está la respuesta, dice sonriendo.

Ya sabía yo que no había escapatoria.

- Si quieres saber quien eres en realidad tendrás que caminar hacia ese vacío ya que sólo él tiene la respuesta. Eso que tanto has estado buscando siempre ha estado ahí. Eso que tanto temes en el fondo oculta lo que siempre has deseado y buscado fuera. ¡Tú decides! Puedes seguir demorando ese momento o puedes empezar ahora.

¡Siento miedo!

- Lo se, me transmite sin voz. Te tienes miedo. Tienes miedo de lo que verdaderamente eres. Te has acostumbrado a tu personaje, querida Indiana... Pero ha llegado el momento, no necesitas nada más. No hay nada que nunca hayas necesitado, pero ahora ya estás preparada para comprenderlo. Pero la comprensión no hará que el vacío se llene, sólo la experiencia lo colmará. ¡Es el momento! ¡Dame tu mano!

Cierro los ojos, respiro profundo, y confío... ¡Es el momento!

© Iciar Piera Iglesias

"Muchas veces tenemos la sensación de que moriremos si permanecemos en ese vacío, y en cierto sentido es verdad. Un sector de la personalidad morirá si no seguimos intentando llenarlo. Pero hay algo más profundo... Este vacío es muy espacioso y no es en absoluto deficiente. Es el comienzo de la apertura a nuestro auténtico ser, al espacio vacío en el que todo surge, a los cimientos de nuestra naturaleza fundamental" Sandra Maitri

PD: La foto es de Gregory Colbert.









lunes, 16 de abril de 2012

Volviendo al Número Uno


"Aprende que el Amor es tuyo y que tú eres Amor" Un Curso de Milagros

Una de las áreas en las que hemos cedido más poder es en las relaciones. Muchos hemos invertidos inmensas cantidades de energía. tiempo y esfuerzo en encontrar a "la persona": ese ser único que corporice todos los atributos que deseamos, y que nos haga felices. Soñamos con el día en que nuestros ojos se encuentren con los suyos en una habitación atestada; instantáneamente reconoceremos que es quien esperábamos, caeremos en sus brazos sin decir una palabra y viviremos felices para siempre.

Pues bien, tengo buenas y malas noticias. (En realidad, todas son buenas noticias). No hay nadie que tenga el poder de eliminar tu soledad, darte lo que siempre deseaste, recompensarte por todo el dolor y el sacrificio que soportaste en tu(s) última(s) ralación(es), y enmendar lo que no funciona en tu vida. Si eso es lo que persigues, te sugiero que abandones la búsqueda inmediatamente. El deseo de encontrar a alguien que te dé lo que tú no te has dado probablemente sea lo que te impidió manifestar la relación que buscas.

Sin embargo, hay alguien que tiene el poder de hacer realidad las visiones tan preciadas para ti. El que has estado buscando no está allí afuera, sino aquí mismo. En vez de buscar afuera al Número Uno (y toparte repetidamente con el número dos), el próximo paso es buscar al número uno dentro de ti.

Nuestra búsqueda de la pareja ideal ha sido confusa y desconcertante porque hemos estado buscando lo correcto en el lugar equivocado. La visión de alegría, felicidad y plenitud en una relación es noble, valiosa y sincera. Es el combustible que nos da la energía para estar plenamente vitales, escribir poesía, hacer tonterías, deshacernos de las convenciones, arriesgarnos a ser más sinceros sobre nuestra persona, sanar nuestro cuerpo y nuestro espíritu y liberar la creatividad que refleja lo mejor de nosotros. Muchos hemos buscado durante mucho tiempo y con mucho esfuerzo; sin embargo, algo en nosotros nos incita a seguir. Debemos respetar ese algo. Debemos amarnos inmensamente para seguir expandiéndonos para lograr una relación amorosa.

Nunca abandones tu búsqueda de la pareja ideal, ya que a través de ella te encontrarás a ti mismo. Mediante el proceso de buscar a alguien que te haga feliz, aprenderás a hacerte feliz tú mismo. Dejarás al descubierto tu propia magnificiencia y despertarás tu habilidad para canalizar el amor, comenzando por amarte a ti mismo. Aprenderás a convertir cualquier relación en una bendición. Quienes tienen una relación gratificante dicen que sus compañeros no son mágicamente perfectos, simplemente deciden verlos así. El hecho de encontrar la bondad y la divinidad en tu pareja, en ti, y en tu relación no es una bendición que cae místicamente del cielo; es una elección que haces. Vas a obtener más de aquello en lo que te concentres; puedes concentrarte en los defectos de tu pareja o en su divinidad, y él o ella se convertirá más en aquello que energices con tus pensamientos. Al aprender a ver el bien, dominarás un principio que tiene aplicación universal y valor infinito.

Antes de encontrar a la persona que buscas, debes encontrarte a ti mismo, antes de conocer a tu alma gemela debes conocer a tu propia alma. Cuando intentamos encontrar a alguien que nos complete, estamos negando que ya somos un todo. Cuando olvidamos quienes somos, nos sentimos atraídos hacia personas que corporizan los rasgos de carácter que creemos que nos faltan. Nos sentimos como si fuéramos una mitad, y ellos la otra mitad, y que juntos podemos convertirnos en un todo.

"Nos hicieron creer que cada uno de nosotros es la mitad de una naranja, y que la vida sólo tiene sentido cuando encontramos la otra mitad. No nos contaron que ya nacemos enteros, que nadie en nuestra vida merece cargar en las espaldas la responsabilidad de completar lo que nos falta." John Lenon

Sin embargo, las relaciones son multiplicativas, no aditivas. Cuando multiplicas un medio por un medio obtienes un cuarto: ¡aún menos de lo que tenías cuando comenzaste!  Dos personas que tratan de completarse mutuamente terminan sintiéndose más disminuidas que antes, porque han abordado su relación con una sensación de inferioridad. La voz que te dice que "eres inferior" nunca estará satisfecha, y no puede compensarse pidiendo prestadas las fortalezas de otro. Si tienes que ser íntegro - y lo eres - debes escuchar la voz de la autoestima, no la de la anulación de ti mismo, y proceder desde la fuerza, no desde la debilidad.

Cuando multiplicas uno por uno, sigues teniendo uno. Cuando dos personas que conocen su integridad se unen en una relación, el resultado es más unicidad. El abordaje más poderoso a una relación es proceder desde la integridad, y no hacia ella.

La comediante Elaine Bousler nos advierte: "¡Cuídate de aquel que te diga "Tengo tanto amor para dar, y nadie a quién dárselo"! Inmediatamente traduce esa declaración: "Soy el agujero negro emocional del universo, y te aspiraré cada centímetro cuadrado de fuerza que tengas, si me lo permites".

Ninguna relación puede hacerte más de lo que eres, porque ya eres todo. Toda la fuerza y la belleza que percibes fuera, ya existe dentro de ti. Si no la tuvieras ya, no podrías reconocerlas. Una buena relación puede revelar tus cualidades divinas y ayudarte a descubrir tu propia majestuosidad. Pero no puede llenarte, porque no estás vacío.

*** Texto extraído de "Siempre estuvo en mí" de Alan Cohen






viernes, 13 de abril de 2012

La Tristeza y la Furia


Si aceptas la tristeza, la tristeza desaperecerá. ¿Por cuánto tiempo puedes estar triste si aceptas la tristeza? Si eres capaz de aceptar la tristeza serás capaz de absorberla dentro de tu ser; se convertirá en tu profundidad. Osho

En un reino encantado en donde los hombres nunca pueden llegar, o quizás donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta. En un reino mágico donde las cosas no tangibles se vuelven concretas. Había una vez un estanque maravilloso. 

Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes, y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente. Hasta aquel estanque mágico y trasparente se acercaron la tristeza y la furia para bañarse en mutua compañía.

Las dos se quitaron los vestidos y, desnudas, entraron en el estanque. La furia, que tenía prisa (como siempre le ocurre a la furia), urgida sin saber porque, se bañó rápidamente y más rápidamente salió del agua.

Pero la furia es ciega, o por lo menos no distingue claramente la realidad. Así que, desnuda y apurada, se puso, al salir, el primer vestido que encontró, y sucedió que aquel vestido no era el suyo, si no el de la tristeza, y así vestida se fue.

Muy calmada, muy serena, dispuesta como siempre a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y, sin ninguna prisa, o mejor dicho, sin conciencia del paso del tiempo, con pereza y lentamente salió del estanque.

En la orilla se dio cuenta que su ropa no estaba. Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo. Así que se puso la única ropa que había junto al estanque: el vestido de la furia.

Cuentan que desde entonces muchas veces uno se encuentra con la Furia, ciega y cruel, terrible y enfadada. Pero si nos damos tiempo para mirar bien, nos damos cuenta de que esa furia que vemos es sólo un disfraz, y detrás del disfraz de la furia, en realidad está escondida la tristeza.

Jorge Bucay

*** La imagen pertenece al cuadro "Ninfas buscando la cabeza de Orfeo" de John William Waterhouse. Ya apareció otra obra de este autor, que me encanta, en la entrada "No estás haciendo nada mal".






miércoles, 11 de abril de 2012

El Silencio Habla



"Cuando pierdes contacto con la quietud interior, pierdes contacto contigo mismo. Cuando pierdes contacto contigo mismo, te pierdes en el mundo. Tu sentido más interno de ti mismo, tu sentido de quién eres, es inseparable de la quietud. Ése es el Yo Soy que es más profundo que el nombre y la forma." Eckhart Tolle

El silencio habla. ¡Qué curioso que algo que no contiene palabras, ni sonidos, pueda hablar! Estamos acostumbrados a utilizar nuestros sentidos físicos para expresarnos, el lenguaje para comunicarnos y el oído para escuchar.  Entonces, ¿cómo podemos comunicarnos o escuchar en el silencio, en la total ausencia de sonidos?

Y sin embargo, el silencio habla, aunque sus palabras tienen una tonalidad diferente, un ritmo pausado, una alegría inherente. 

En el silencio me escucho, escucho aquello que verdaderamente Soy. No a través de sonidos sino de sensaciones que puedo traducir en palabras. Las palabras que utilice no podrán reflejar la belleza de lo que escucho pero su eco llevará el susurro de aquello que está por detrás, de la misma forma que la caracola no nos trae el sonido del mar pero nos lo recuerda.

El silencio te recuerda lo que ya sabes. Te lo recuerda. No es algo nuevo, es un eco, un sentir de algo que siempre estuvo ahí a lo que ahora estás prestando atención.

El silencio te devuelve tu propia voz, sin voz.

Te encuentras con Él en ese instante. Y descubres que siempre estuvo ahí para ti. Tú lo habías escondido pero Él nunca se escondió de ti.

Decidiste jugar al escondite, como un niño travieso, y luego te olvidaste de que estabas jugando, y te creíste que lo habías perdido. Pero Él seguía ahí donde tú lo habías ocultado, esperando a que fueses a buscarlo. Tranquilo, sosegado, sabiéndo que al final recordarías e irías a su encuentro.

Ahora ya lo has recordado, has escuchado su susurro que te invita de vuelta a casa. Has escuchado su llamada y no puedes obviarla, no quieres hacerlo.

El silencio habla y en él nos encontramos. 

¿Puedes oírlo?

© Iciar Piera Iglesias 








lunes, 2 de abril de 2012

El Elefante Entero

En todos los juicios que yo hago sobre ti, hay un juicio sobre mí mismo... Y ambos son igualmente ciertos o falsos. Mientras piense que yo estoy en posesión de la verdad y tú no lo estás, crearé separación, desigualdad y estableceré las bases para que el sufrimiento se instale en mi vida. Lo mismo ocurre si pienso que tú posees la verdad y yo no.

La realidad es que ambos poseemos una parte de la verdad y una parte de ilusión. Los dos miramos al mismo elefante, pero tú ves la cola y yo veo el tronco. Cuando se mira por separado, la cola y el tronco parecen que no tienen nada en común. Sólo cuando se ve la totalidad del elefante es cuando la cola y el tronco unidos, cobran sentido. No importa cuanto me esfuerce, me es imposible ver el significado de tu parte. La cola no comprende ni el porqué, ni la razón del tronco. La única forma en la que admitiré tu experiencia es aceptarla como cierta, de la misma manera que acepto la mía como tal.

Debo dar la misma credibilidad a tus percepciones que a las mías. Hasta que no establezcamos esta igualdad, la semilla del conflicto permanecerá entre nosotros. No es necesario que diga que tú tienes razón y que yo estoy equivocado. No necesito reemplazar mi verdad por la tuya, o vivir mi vida según tus premisas. ni tampoco es preciso que diga que tú estás equivocado y que insista en que debes vivir  tu vida según mis condiciones. Estas exigencias provienen de la inseguridad y de la falsa creencia de que, para amarnos los unos a los otros, debemos estar de acuerdo.  No es cierto.

Para amarte debo aceptarte tal y como eres. Es lo único que debo hacer. ¡Pero eso es mucho! Aceptarte a ti tal y como eres, es una proposición tan profunda, como aceptarme a mí mismo tal y como soy. Es una tarea formidable, dada mi poco experiencia en este campo.

Permitir que tengas tu experiencia es el principio. Aprendo a respetar lo que piensas y sientes incluso cuando no me gusta o no estoy de acuerdo con ello. Incluso aunque me disguste.

En lugar de hacerte responsable del dolor que siento en relación a ti, aprendo a enfrentarme a mi propio dolor. Mi reacción a tu experiencia -positiva o negativa- me proporciona información sobre mí mismo.

El compromiso conmigo mismo y contigo es trabajar con mi propio dolor, no responsabilizarte a ti de él.

Sólo cuando te devuelva el don de tu propia experiencia, sin importarte mis propios pensamientos y sentimientos sobre ella, te amaré sin condiciones.

Cuando acepte tu experiencia tal cual es, sin sentir la necesidad de cambiarla, te respetaré y te trataré como a un ser espiritual.

Mis pensamientos y sentimientos tienen importancia en sí mismos, pero no como comentarios o acusaciones a tu experiencia. Al comunicar lo que pienso o siento sin hacerte responsable de mis pensamientos o sentimientos, acepto mi propia experiencia y permito que tú tengas la tuya.

En las relaciones, al igual que en la conciencia, las dos caras de la moneda deben ser aceptadas como iguales. Una persona no superará el conflicto hasta que la experiencia de ambas haya sido respetada.

La cuestión no es nunca el acuerdo, aunque lo parezca. La cuestión es: ¿Somos capaces de respetar nuestra experiencia mutuamente?

Cuando sentimos que la otra persona nos acepta tal y como somos, tenemos la motivación para adaptarnos el uno al otro. Adaptarse es hacerle al otro un lugar junto a nosotros; es no imponerse ni que se nos impongan.

Una vez que se llega a la adaptación, ambas partes moran juntas. El hombre y la mujer, el blanco con el negro, el rico con el pobre, los judíos con los cristianos. Aceptar nuestras diferencias es honrar la humanidad que tenemos en común, es bendecir mutua y profundamente la experiencia que compartimos.

De modo que la cola y el tronco discutirán hasta ponerse morados y ninguno de los dos ganará la discusión. Ambas experiencias son igualmente válidas. Al permitir que esto sea posible, el elefante empieza a cobrar forma. Al aceptar la validez de tu experiencia sin intentar cambiarla, sin intentar que sea algo más parecida a la mía, mi propia experiencia empezará a adquirir un mayor significado. Cuando te contemplo como a un igual y no como a alguien que precisa ser educado, reformado o determinado, el significado de nuestra relación se revela por sí mismo. Cuando se le da la bienvenida a cada parte, el todo empieza a tomar forma y resulta más fácil comprender y apreciar el significado de las partes.

Un mundo que pretende conseguir un acuerdo, encontrará conflicto y sectarismo. Un mundo que proporciona un espacio seguro a la diversidad, encontrará la unidad esencial para convertirse en entero. Frente a los opuestos tenemos dos opciones: resistirlos o abrazarlos. Si los resistimos, provocaremos un conflicto entre el yo y el otro. Si los aceptamos, los integraremos como agentes dinámicos y originaremos una transformación alquímica en el interior del yo.

** Texto extraido del libro "El Despertar" de Paul Ferrini