La parte racional es como una computadora: procesa los datos que recibe y obtiene conclusiones lógicas en base a esa información. La mente racional es finita, pués sólo puede procesar los datos que recibe directamente del mundo exterior. En otras palabras, la mente racional sólo puede operar sobre la base de la experiencia directa que cada uno adquiere en su vida, el conocimiento directo que obtenemos a través de nuestros cinco sentidos.
La mente intuitiva, por su parte, parece tener acceso a una provisión infinita de información, que incluye la que no hemos obtenido en forma directa a través de la experiencia personal. Parece ser capaz de ponerse en contacto con una profunda reserva de sabiduría: la mente universal. También es capaz de ordenar esta información y proporcionarnos exactamente lo que necesitamos, cuando lo necesitamos. Aunque el mensaje nos llegue en pequeñas dosis, si aprendemos a seguir este flujo de información paso a paso, se nos revelará el curso de acción necesario. A medida que aprendemos a apoyarnos en esta guía, la vida adquiere características fluidas y no es necesario forzar nada. Nuestras vivencias, sentimientos y acciones se entretejen ármonicamente con los de las personas que nos rodean.
Muchos de nosotros hemos programado nuestro intelecto para que dude de la intuición. Cuando tenemos una sensación intuitiva, la mente racional dice de inmediato: "No creo que funcione" o "Que idea más descabellada", y la intuición es dejada de lado. Necesitamos entrenar el intelecto para que atienda, respete y exprese la voz intuitiva.
Todos tenemos sensaciones intuitivas todo el tiempo. Sin embargo, la mayoría automáticamente las ignora, descarta o contradice. Por lo general el proceso es inconsciente: ni siquiera nos damos cuenta de que hemos tenido una visión intuitiva y la hemos descartado.
Por ejemplo, cuando se nos presenta una oportunidad, una sensación visceral instantánea y profunda puede llevarnos a pensar: "¡Sí, me encantaría hacer esto!". Pero inmediatamente después pensamos: "No, no puedo hacerlo, es una tonteria" o "¿Qué pensaría mi familia?"o "No se nada de eso, ¿y si me sale mal y quedo en ridículo?" Entonces dejamos la idea de lado y no volvemos a considerarla.
El desarrollo de la facultad intutiva comienza por prestar atención a lo que ocurre dentro de ti, a fin de que puedas tomar conciencia de esta clase de diálogos interiores y percibirlos en el momento mismo en que tienen lugar o inmediatamente después.
Para la mayoría de las personas, un poco de ejercitación y tiempo resultan suficientes para adquirir conciencia de las sensaciones intuitivas. El siguiente desafío es aprender a interpretarlas y actuar en concordancia con ellas de manera práctica.
Lo que sigue es un ejercicio que ayuda a tomar conciencia de las sensaciones intuitivas del cuerpo.
"Durante un periodo de, por lo menos, una semana anota en un diario personal cada vez que experimentes un impulso intuitivo o una corazonada por medio de tu cuerpo. Puedes, por ejemplo, sentir un entusiasmo inusual o inexplicable camino del trabajo, o puedes sentirte preocupado y tener la sensación de que olvidas algo al salir de casa. Registra todos los sentimientos que te lleguen a través del cuerpo y registra también las veces en que fueron validados. Por ejemplo, llegar al trabajo y recibir un hermoso ramo de flores sin razón aparente o enterarte de un ascenso puede validar el entusiasmo inesperado que sentiste de camino.
La mayor práctica en el reconociemiento de estas experiencias corporales tornará más fácil percatarse de la intuición e incrementará la capacidad para valerse de ella en la vida diaria."
Extracto del libro: "Desarrolle su intuición. Una guía práctica para la vida cotidiana" Shakti Gawain
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