jueves, 11 de febrero de 2010

Te veo...


Una de las razones por las cuales Jesús era capaz de sanar es porque sabía que en verdad no hay nada que sanar. Era capaz de ver la mejor versión de cada persona, su esencia divina, y esa era la imagen que proyectaba.

Para todos los que hayan visto la película de Avatar, ese es el mensaje que subyace detrás de la frase: "TE VEO". No significa que vea tu cuerpo o tu “imagen”, el personaje que cada uno de nosotros representamos, sino que veo más allá de esa imagen, veo tu verdadero SER.

La misma idea que los orientales utilizan con el saludo de “NAMASTE”: “Mi divinidad saluda a tu divinidad”.

Imagínate por un momento que alguien inventase un espejo que nos devolviese no la imagen que tenemos de nosotros mismos, sino la de nuestro verdadero SER. Un espejo que nos “viese” realmente. Y ahora imagina que al lado hubiese otro espejo que te mostrase tu imagen “actual” con sus luces y sus sombras. Con todos tus defectos y todo aquello que tienes para mejorar.

¿Qué imagen te ayudaría más a crecer y a afrontar el día a día? Yo creo que la primera y sin embargo nosotros nos empeñamos en la segunda.

Hoy en una de las sesiones de coaching, el cliente al inicio de la relación me dijo: “Quiero que seas sincera conmigo y me hagas notar todos los “defectos” que tengo para corregirlos”. Y no es algo puntual…

Estamos acostumbrados, por educación y cultura, a equiparar crecimiento y aprendizaje con “defectos” o “errores”. Me explico: cuando pensamos en mejorar algún área de nuestra vida rápidamente pensamos en aquello que no hacemos bien, el “problema”, y que queremos mejorar. Es decir, para crecer necesito identificar todo aquello que no va bien en mi vida y ponerme a ello.

Esa es la razón de que estemos entrenados para identificar rápidamente lo que no nos gusta de alguien o de nosotros mismos. No así lo que esa persona o nosotros mismos tenemos de bueno y maravilloso. Y si llegamos a identificarlo, no parece que tenga el mismo peso.

Podemos aprender por las buenas o podemos aprender por las malas, y casi siempre elegimos la segunda opción. Y tal y como está el mundo bien diría que hay algo que no está funcionando. Aún así, seguimos intentándolo… como dice el refrán: “la letra con sangre entra”. Somos como decían en Avatar como niños que no “ven”.

Creo que ha llegado el momento de empezar a aprender por las buenas, valorando nuestros esfuerzos, queriéndonos pero no engañándonos, aprendiendo de nuestros pasos en falso, apostando por nosotros mismos. Reconociendo nuestra esencia y avivando cada día el fuego de nuestras pasiones. Escuchando a nuestra intuición.

Sólo así seremos capaces de reflejar y “ver” eso mismo en los demás.

En el coaching Co-Activo hablamos de “invocar la grandeza” del cliente. Reflejando esa imagen de completos, creativos y llenos de recursos que en ocasiones ellos mismos no ven. Sólo esa grandeza les permitirá elevarse por encima de sus “problemas”, conectar con una perspectiva más amplia y desde allí tomar sus propias decisiones conectados a su SER.

Ojala algún día todos seamos capaces de “vernos” realmente. Ese día todo será posible…



© Iciar Piera Iglesias

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Iciar
Me encanta esa foto, los ojos de ella reflejan esa pureza interior...
Tienes toda la razon tenemos que apostar por nosotros mismos.
Excelente articulo
Namaste
Jesus Malave
Exito

Iciar Piera dijo...

Gracias Javier por compartir tus comentarios sobre este post. A mi también me encanta esta foto, refleja dulzura y bondad. Me inspira cariño...
Me encantará seguir leyendote por este espacio.
Namaste