Durante una ceremonia de iluminación que tuvo lugar en el Tibet, los maestros reunieron a sus discípulos y les anunciaron que se iba a celebrar una ceremonia extraordinaria en la que se les brindaría la oportunidad de iluminarse inmediatamente. En la tradición tibetana, uno de los requisitos para la iluminación es haber vivido varias vidas y haber sacado el máximo provecho de cada reencarnación: así es como gradualmente se alcanza dicha iluminación.
Esta ceremonia, sin embargo, ofrecía la posibilidad de iluminarse de forma inmediata en la vida presente. El aconteciemiento recibió el elocuente nombre de "ceremonia de la sala de los mil demonios".
Cada discípulo se dirigía a su propia sala, que debía atravesar para salir por otra puerta ya iluminado. Puede que parezca una prueba con pocas complicaciones, pero en la sala había nada menos que mil demonios encargados de materializar los temores más profundos de esos jóvenes. Tan pronto entraban en la sala, la puerta se cerraba y el único modo de salir era por la puerta situada en el otro extremo.
Muchos no llegaban a alcanzar esa otra puerta: se quedaban atrapados, paralizados por el miedo y vivían torturados hasta el fin de sus días. A los pocos que lograban salir se les iluminaba, ya que la esencia de la iluminación consistía precisamente en enfrentarse a los temores más profundos de uno mismo y seguir adelante.
Cuando alguien está sumido en una crisis, se encuentra precisamente en esa sala de los mil demonios y la disyuntiva no puede ser más simple: paralizarse ante el temor o seguir moviéndose hasta hallar la salida.
¿A qué tienes miedo? ¿Qué te gustaría hacer y no te atreves?
¿Qué quieres dejar atrás pero estás esperando a que alguien te de un empujoncito?
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2 comentarios:
estoy totalmente deacuerdo contigo,yo he superado varias crisis,y siempre he tenido la sensacion de que eran oportunidades para crecer.
hay un dicho que dice: te ahogas en un vaso de agua, y es que cuando tenemos temor no cegamos y no vemos la salida así que a enfrentar esos miedos como personas maduras que somos, gracias ICIAR por compartir tan excelentes experiencias.
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