miércoles, 7 de marzo de 2007

El silencio....


En el silencio indescriptible marcha el más sabio de los consejos, la palabra más dulce, la verdad más pura. Es en el camino del silencio donde se construyen las grandes bases, los más fuertes cimientos, los más elementales pensamientos que trasmiten la paz de los tiempos. Las acciones más nobles nacen del silencio.

Cada palabra sin pronunciar es doblemente poderosa si nace del silencio con que se manifiesta el pensamiento. El silencio es la llave para detener las ambiciones, los ímpetus, las energías desbordadas. El silencio nutre el pensamiento porque es su esencia.

La tristeza se lleva mejor en el silencio porque las emociones intensas son de origen personal. Nadie siente con la misma intensidad, por ello no es posible sentir igual. Sólo es posible sentir en silencio y en soledad. El silencio y la soledad son complementos. La soledad es el silencio del alma y el silencio es la soledad de las palabras. La palabra es un don tan hermoso que es mejor dejarla ir solo cuando es estrictamente necesario. El silencio es la voz del corazón hablando contigo. Es lo que expresa tu corazón. Por eso hay que escuchar lo que dice el corazón en silencio y si es necesario dejar al corazón expresar con el verbo.

Lo que se dice pocas veces es igual a lo que se siente. Una hermosa enseñanza es la que nos cuenta el origen del eco. El eco fue creado para que siempre recuerdes que lo que dices siempre regresará a ti.

Hubo un tiempo en que las grandes batallas se pelearon usando la palabra. Eran palabras como flechas y dardos envenenados que causaban desolación, muerte y llanto. Un día en que los pueblos estaban casi exterminados, se reunieron y decidieron pedir ayuda y consejo al viejo maestro de la montaña. Tres gobernantes marcharon durante tres días y al llegar le pidieron consejo ante la inminente destrucción de su raza. El anciano parecía no escuchar el pedido de los gobernantes. Sólo observaba el infinito a través de sus ojos color miel. Uno de ellos llenándose de furia incontenible lanzó una palabra mortal hacia el maestro de la montaña. Después de proferirla al cabo de unos instantes la misma palabra se escuchó por tres veces más antes de que el agresor cayera abatido de inmediato a los pies de éste. Los otros dos le miraron sorprendidos y regresaron con la enseñanza de que el silencio es el mejor escudo a las palabras de ira y odio. Desde ese instante aquél pueblo encontró en el silencio el mejor escudo, el mejor instrumento de paz, la mejor pregunta, la mejor respuesta.

El silencio es la elocuencia del corazón. Sólo en el silencio aprendes a escuchar. Si escuchar es la razón de la comprensión, el silencio es la razón de la sabiduría.

¿Pero acaso el callar es lo mismo que el silencio? ¿Calla el ave cuando llega un nuevo día? ¿Calla el agua del río al encontrar su camino al mar? ¿Calla el llanto del dolor en cada ser? Nunca dejes sin palabra lo que estremece tu corazón. Es por eso que el ave canta con la alegría de un nuevo día, el agua del río por volver al mar, el llanto del dolor por escapar del corazón. Aún en estos actos hay silencio, porque viene de la esencia misma.

Algunos suelen decir que el silencio es la ausencia del sonido. El silencio es el equilibrio del sonido. Si dos ondas de sonido con la misma intensidad y en sentido contrario se encuentran, entonces, se produce el silencio. Por ello no podrá existir el silencio sin el equilibrio del verbo en ti.

Que tus palabras sean el reflejo fiel de un alma noble, para que cuando salga regrese a ti con la misma intensidad como se fue. Sólo así sabrás que el silencio le dio en justa medida el equilibrio a tu alma, a tu mente y a tu corazón.

El silencio es la primera herramienta para saber si el mundo a tu alrededor te escucha y tú lo escuchas a él. Se aprende a oír en el silencio, pero se aprende más a sentir cuando aprendes a escuchar.

Sé entonces como el silencio, aparentemente inexistente pero firmemente útil y recuerda siempre esto:

Quien conoce el silencio dice más con menos palabras.
Quien conoce el silencio piensa más de dos veces lo que quiere decir.
Quien conoce el silencio habla de corazón a corazón
Quien conoce el silencio calla primero, luego observa y finalmente decide la utilidad de la palabra
Quien conoce el silencio venera el valor sagrado del verbo
Quien conoce el silencio ejerce control de su existencia
Quien conoce el silencio conoce la luz de la existencia suprema.


Del BREDAM, el Canto Cósmico del Universo.







2 comentarios:

CONEXION SAGRADA dijo...

Me encantó tu espacio.

Sencillamente bello este escrito.

También comparto tu afecto por el Dr. Miguel Ruiz, y su adicción a la impecabilidad.

Nos vemos en la Unidad!

Namasté

Anónimo dijo...

He visto EL SILENCIO del Bredam en varios sitios de internet. Sin embargo, aquí encontró un correcto equilibrio.
Me alegro profundamente que se siga compartiendo. Si deseas saber más sobre el Bredam o tener más escritos como éste sólo permíteme saberlo.
Que la energía divina vibre en ti...