jueves, 16 de marzo de 2006

Cuando te pido que me escuches


Una conversación ayer con un compañero me sirve para introducir el tema de la escucha y la importancia de pedir permiso.

¿Te ha ocurrido alguna vez que en alguna conversación has hablado de alguna duda que tienes y la otra persona te ha dicho algo como "lo que tienes que hacer es..."? Estoy seguro que si. En nuestras conversaciones con amigos, familiares, compañeros, etc. estamos habituados a pensar que cuando alguien nos habla de algo es para que le demos nuestra opinión o le ayudemos a encontrar la solución.

¿Cómo te sientes cuando la persona con la que estás hablando no deja de decirte lo que tienes que hacer o dejar de hacer o te presiona para que tomes una decisión? Yo ayer puedo deciros que me sentí presionada y furiosa. Como si alguien me estuviera empujando por un precipicio. No dudo de la buena intención de mi compañero, pero realmente ¿cómo sabía que era eso lo que yo esperaba de él?

En cierta ocasión leí que Dios nos dio dos orejas y sólo una boca. Por algo será, ¿no? Hoy me gustaría reivindicar la escucha centrada en la otra persona. La escucha sin consejos, opiniones ni soluciones mágicas. La escucha sin interrupciones, excepto, quizás para hacer una breve pregunta a fin de asegurarme que he entendido lo que quieres decir. La importancia de respetar los silencios. De pedir permiso: ¿Quieres saber mi opinión? ¿Cómo te puedo ayudar? Y de estar preparado para la respuesta incluso y sobretodo en el caso en que esta sea NO.

Me gustaría compartir con vosotros un texto que habla de esto mismo. Se encuentra en el libro "Los encuentros no son casuales" de Kay Pollak. Dice así:

"Cuando te pido que me escuches y empiezas a darme buenos consejos, no estás haciendo lo que te pedí.

Cuando te pido que me escuches y empiezas a explicarme por qué no debería sentirme así, estás pisoteando mis sentimientos.

Cuando te pido que me escuches y piensas que debes hacer algo para solucionar mis problemas, me estás defraudando, por más extraño que te suene.

Quizás por eso a algunas personas les hace bien rezar.
Por que Dios es mudo, no da buenos consejos ni trata de "arreglar" las cosas.
Él sólo escucha y deja que me cuide a mi mismo.

Así que, por favor, sólo escúchame, y si quieres decir algo, ten paciencia. Luego, lo prometo, te voy a escuchar"






1 comentario:

lluvia dijo...

A veces que difícil nos resulta escuchar, hermoso texto me a hecho reflexionar.